La principal diferencia entre el Madrid de la
temporada pasada y el de ahora oscila en el poderío físico. Vimos partidos
malos del Madrid, pero ganaba y por goleada. Si algo caracterizaba al conjunto
de José Mourinho era la capacidad
de liquidar partidos, la capacidad de pegada, contundencia arriba. Esa
competencia, hoy día, ha menguado. En condiciones normales, la derrota ante el
Getafe en Liga -por poner un ejemplo- no se hubiera producido la temporada
pasada. La sensación es esa. Es cierto que las lesiones han producido
desajustes, sobre todo, defensivos. Con Ramos de central se mejora la salida
del balón. Marcelo incrementa
el peligro ofensivo con continuas internadas. De hecho, el brasileño
propició la remontada blanca ante el City. O, según algunos ventajistas, la
ausencia de Khedira. Con el físico recuperado, se reducirá el margen de
derrota.
Sin embargo, el Real Madrid posee plantilla para
quedar primero en la fase de grupos de la Champions. El problema del sistema de
juego continúa. Con Mourinho eso parece tener poca solución. Poca elaboración. El Borussia ha destapado una
carencia que, hasta ahora, era invisible en el Mou's Team. La presión ahogó
a los defensas blancos. Reus y Gotze, dos diablos pequeñitos, hicieron un
infierno los primeros 45' para la zaga local. . Lavado de imagen y
cambio de cara en la segunda parte. Reconocimiento absoluto. Mucha entrega.
Özil salvó los muebles con un gran disparo de falta en los últimos minutos del
partido.
Me costaría creer que el Madrid de la primera parte
gane la Champions. Y por desgracia, ese equipo es el que estamos acostumbrados
a ver.
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