Partiendo de la base de que el Barça (junto al Madrid) es muy
superior al resto de equipos, en los partidos de Champions apostar por una
victoria segura es atrevido. Y si no que se lo digan a Tito Vilanova. Si el
balón que punteó Jordi Alba se hubiera marchado por la línea de
cal, hoy los escoceses presumirían de haber conseguido un punto de oro en el
feudo blaugrana. Digo de oro porque el
único peligro del Celtic se basaba en el juego aéreo y al contraataque, el
cual, se desvanecía con las actuaciones de Bartra y Mascherano.
Sencillamente, el Barça mereció ganar. Bombardeó insistentemente el área rival,
posesión absoluta del balón y, aunque acusara el físico, nunca desmereció los
tres puntos. En estos partidos, la camiseta añorada en el once es la de Busquets, matiz importante. El
de Sabadell cuece la jugada, dosifica las fuerzas de los compañeros, realiza
coberturas. Tipo de jugador en
el cual se reencarnarían Del Bosque y Guardiola. Al final, Alba premió al
Barça con el gol tan buscado.
Sellado prácticamente el pase a octavos, el Valencia ganó al Bate
con un Soldado excepcional. Sus disparos certeros decidieron la batalla a favor
de los ché. Tres golitos y balón para casa. Por cierto, Roberto se convierte en el primer
español en lograr dos hat-trick en la máxima competición europea.
Hoy, turno para el R.Madrid en Alemania y ocasión histórica para
el Málaga frente a un clásico europeo, el Milán. Aunque tasen como favoritos a
los boquerones, ojito con el equipo de Allegri.
Ambas selecciones presentaban sus credenciales como primeras de
grupo para el Mundial de Brasil de 2014. El partido en el Vicente Calderón
representaba una ceremonia del fútbol europeo, en la que selección y seguidores españoles se
hallaban en comunión.
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